Hasta que Einstein introdujo con su Teoría de
la Relatividad
el concepto de que la medida del transcurso del tiempo depende del sistema de referencia donde esté
situado el observador y de su estado de movimiento, la concepción del tiempo para la ciencia
era puramente lineal.
Si bien su hipótesis hizo soñar con los
viajes en el tiempo, para la mayor parte de la gente el tiempo es sólo una magnitud física con la que medimos la duración o
separación de acontecimientos generando una secuencia de eventos…
En los años 20, Paul Langevin ya había
enunciado que si un gemelo viajaba al espacio a la velocidad de la luz,
envejecía menos que el que se quedaba en la Tierra , pero no le creyeron. Hubo que esperar 50
años y en 1971, gracias a los relojes atómicos, se comprobó esa ley.
Pero sólo a partir de Garnier Malet se pudo
comprobar fehacientemente que el
movimiento de desdoblamiento divide el tiempo para separar el Presente, del
Pasado y del Futuro… pero
que los tres son realidades simultáneas transcurriendo simplemente a diferentes
velocidades y son accesibles por intercambios de información en lo que él llama
aperturas temporales.
Aunque estas tres realidades no pueden ser
observadas al mismo tiempo, son interdependientes e influenciables entre sí ya
que sin pasado y sin futuro no existe el presente y cada uno determina un resultado en los otros. Analicemos cómo y por qué es esto posible…
A pesar de que nosotros tenemos la
sensación de percibir un tiempo continuo, en nuestro cerebro se imprimen
solamente imágenes intermitentes tal como lo demuestran los diagnósticos por imágenes.
Ya el cine demostró que sólo podemos captar conscientemente 24 imágenes por
segundo y que la 25 no la vemos, pero queda registrada subliminalmente en
nuestra memoria inconsciente.
Esta interrupción periódica de la visión humana también es utilizada habitualmente en las discotecas que disponen de alumbrado estroboscópico para alternar flashes luminosos y tiempos de oscuridad porque permite concebir dos realidades al mismo tiempo: una luminosa, perceptible y la otra oscura, invisible pero igual de real.
Visión estroboscópica |
Con
una alternancia suficientemente espaciada, la discontinuidad de la percepción
provoca pulsaciones y la sensación de estar en cámara lenta. Acelerando el movimiento, sólo
percibimos una iluminación continua como sucede con los tubos fluorescentes que
en realidad se prenden y apagan cada medio segundo.
Por lo tanto, entre dos instantes
perceptibles o conscientes siempre hay un instante imperceptible que puede
hacernos referir al pasado o al futuro según elijamos…
Si lo deseamos, en ese instante que
no podemos registrar, se da un intercambio ultrarrápido de información entre el
yo físico y el yo cuántico o energético tal como sucede entre dos partículas
desdobladas cualesquiera que pueden disponer de la misma información al mismo
tiempo porque utilizan velocidades superiores a la velocidad de la luz (857 mil
millones Km/s).
Cuando quedamos emocional o
mentalmente fijados al pasado, los recuerdos ancestrales grabados en nuestro
inconsciente hacen que nos afloren miedos y nos impulsan a reaccionar
repitiendo errores… pero, cuando nos atrevemos a conectarnos con nuestra
intuición, desde el futuro se nos ofrecen imágenes o ideas inspiradoras y
saludables para acceder a mejores opciones. Es gracias a nuestra energía ondulatoria que podemos
anticipar el futuro y evitar peligros inútiles…
Los barcos también hacen lo mismo con el sonar emitiendo ondas
"radar" que se reflejan sobre los obstáculos para modificar su ruta cuando
captan el eco. Hacen la maniobra en su presente debido a un futuro potencial
que le es reflejado y sin embargo, nadie piensa que hay magia por impedir la
colisión…
Nuestro cuerpo y lo que percibimos es lo que define el
presente... De ahí que, por cada pensamiento positivo que sostenemos, seamos
capaces de crear numerosos potenciales de equilibrio en el futuro cuya síntesis
instantánea en nuestro tiempo da como resultado un evento de apariencia
milagrosa.
Sé que lo que acabo de explicar suena fantástico y sólo
para elegidos como nos mostraron las películas Volver al futuro y Efecto
Mariposa, pero cualquiera de nosotros puede ahora ponerlo en práctica de manera
sencilla basándonos en los conceptos demostrados fehacientemente por la Ley de desdoblamiento del
tiempo: el tiempo tiene la
particularidad de desdoblarse, lentificándose y acelerándose para ponerse al
servicio de aquél que explora un espacio.
Ahora bien, aunque las aperturas temporales están a
nuestra disposición contínuamente, es justamente a la noche, en los 110 minutos
que dura el llamado sueño paradoxal, en el que se registra el más importante de
los intercambios de información conocidos entre esas dos partes nuestras según el
estado mental y emocional con el que nos vamos a dormir.
Por eso para Garnier "... aprender a conectarse con el futuro no es una capacidad
paranormal reservada exclusivamente a videntes: es la oportunidad de lograr el
equilibrio con todo conocimiento de causa utilizando una ley física universal
de supervivencia". (continuará…)
María Inés Manrique
Setiembre de 2014
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